jueves, 10 de septiembre de 2015

LA CÁRCEL DE LOS PADRES

Cada vez es más común encontrarse con familias en las que uno o varios de sus hijos muestra problemas de comportamiento ocasionando una gran malestar para la familia y  una gran sensación de no control de la situación, que se le escapa de las manos.



En esta entrada intentaré describir algunos procesos internos familiares que pueden desembocar en este tipo de problemáticas.

Los miembros de una familia se comportan como las células de un organismo en evolución. A primera vista puede parecer un conjunto indiferenciado, confuso, pero poco a poco se convierte, sobre las informaciones provenientes del núcleo y otros tejidos,  en un órgano (estructura formada por diferentes células que realiza una función determinada). Así, cada célula, al tiempo que única con características propias, (como los individuos), en interacción con otras células, crean un sistema diferente (familia) con funciones específicas para la adaptación y evolución del organismo ante el cambiante ambiente, en el tiempo.


Al tiempo que cada individuo adquiere una identidad específica como individuo, también adquiere diversas funciones, para la evolución y supervivencia del sistema familiar.


Cada una de las funciones que desempeñen los miembros de la familia deben estar ajustadas al ciclo vital de ese miembro, sin sobrepasarlo por exceso, (por ejemplo, si los padres obligan a un niño comportarse de continuo como una persona madura, exigiéndole las prestaciones de un adulto, el pequeño deberá hacer un esfuerzo para adecuarse a esa demanda; este empeño es el precio que tendrá que pagar para mantener una relación en que le va mucho. El resultado final será una progresiva alineación en la función que le asignaron, el desequilibrio entre la prestación que le demandan y la madurez emotiva que debería acompañarla y que no tiene harán que se asimile la conducta como en un recitado automático, la situación se agravará con posterioridad si en algún momento se le requieren prestaciones contradictorias con la conducta adulta) o por defecto (por ejemplo, si el hijo asume la función del padre, y no en momentos de imperiosa necesidad, sino de manera indiscriminada y sin límites temporales, esa función se convertirá en una cárcel para él y para los demás).


Los niños deben dedicarse a ser niños y a realizar funciones de niño: jugar, recoger los juguetes, ir bien en el cole, aprender a relacionarse con sus iguales y recibir el cuidado, atención y cariño de los progenitores; no a preocuparse de si sus padres pueden pagar o no la hipoteca o decidir el próximo destino de las vacaciones familiares.




Un niño de tres años es capaz físicamente de cruzar una carretera, pero no le dejaríamos porque es muy peligroso para él, aunque no lo sepa (no tiene porqué, es un niño), con la funciones que les dejamos hacer en casa a los hijos pasa lo mismo, debe haber límites claros y sencillos en las funciones de cada uno de sus miembros y que no haya mudanzas de las funciones de cada uno de los miembros de la familia. Como me decía mi padre "cuando seas padre, comerás huevos"


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