martes, 23 de abril de 2019

UNA PALABRA TUYA



¿Eres consciente de la cantidad de etiquetas sociales que usas a diario?

Las etiquetas, están presentes en prácticamente todos los aspectos de la vida: familia, trabajo, ámbito social y educacional.

Cada vez más a menudo, escucho historias en las que alguien etiqueta gratuitamente a alguien, así, sin más.Frases como “este niño es hiperactivo”, o “tú eres bipolar”, “es un niño muy malo y desobediente” “mira que eres pesado” y otras lindezas por el estilo, pretenden encontrar un calificativo, comúnmente despectivo, y encasillar a la persona dentro de él. 

Todo ésto sin darnos cuenta de que estas etiquetas, lejos de ayudar a las personas, reposan sobre sus hombros, convirtiéndose en pesadas cargas que les empuja a alimentar esa “fama” que les ha sido impuesta.
Hacía tiempo que quería escribir sobre este tema tan relevante, ya que se trata de una  práctica muy común, que nos afecta a todos cada día.

Comentar un buen ejemplo sobre este tema desde el ámbito de la educación en los colegios: cuando el maestro observa que el trabajo de un niño es lento o  tiene mala organización, por desgracia suele etiquetarle como “el vago de la clase” y asumir que ese niño nunca va a avanzar, ante lo que el maestro tiene que resignarse.

En cambio, una buena alternativa a esto, sería  tratar de reconocer el verdadero problema (falta de ayuda en casa o  de comprensión), para tratar de impulsar una mejora por parte del alumno.
Aquellos alumnos etiquetados de un modo negativo, de forma progresiva irán disminuyendo su rendimiento y capacidad, hasta llegar al punto de confirmar las sospechas iniciales del profesor.

Llegados a este punto, algo que todos deberíamos conocer es el llamado efecto Pigmalión:

El efecto Pigmalión es un fenómeno que describe cómo la creencia que una persona tiene sobre otra, influye en el rendimiento de esta otra persona. Esto supone, por tanto, algo importante de conocer y estudiar para los profesionales del ámbito educativo, laboral, social y familiar.

Cuando etiquetamos a un niño (o cualquier otra persona) las expectativas que tenemos acerca de su conducta influyen en la misma.

El fenómeno que descubrió Robert Rosenthal en los años 60 del pasado siglo ha recibido varios nombres, como “profecía autocumplida”, “efecto Rosenthal” o el más conocido de ellos, “efecto Pigmalión“.

Rosenthal y su colega Jacobson, decidieron hacer un estudio sobre la influencia de las expectativas en las personas, y para ello tomaron a más de trescientos alumnos de seis cursos diferentes del instituto de Jacobson, a los que pasaron una prueba de inteligencia.
Viendo que  no había grandes diferencias entre ellos, seleccionaron al azar a sesenta y cinco de estos alumnos, y escribieron unos informes falsos que dieron a sus profesores: en ellos decían que esos alumnos “habían obtenido unos resultados extraordinarios, situados claramente por encima de la media, y que eran alumnos de los que podían esperar mucho”. Del resto de alumnos, simplemente no dijeron nada.

Al final del curso, repitieron la misma prueba de inteligencia a todos los alumnos, y observaron cómo aquellos a los que falsamente habían etiquetado como más inteligentes, finalmente habían mostrado un aumento en su cociente intelectual marcadamente superiores al resto.

¿Qué es lo que sucedió?

Las expectativas que sus maestros tenían sobre ellos acabaron convirtiéndose en realidad.

En definitiva, debemos tener en cuenta que etiquetar y encasillar a una persona, máxime a un niño de modo innecesario, el cual quizá deba enfrentarse durante mucho tiempo (o de por vida) a una imagen que han creado de él, INFLUYE  y mucho.

Lo que digamos acerca de sus capacidades y habilidades va a influir directamente sobre lo que se considere capaz de hacer puede implicar menores opciones de futuro y oportunidades, por el empleo de una etiqueta innecesaria.

Por todo ello,  debemos motivarle y elogiar sus capacidades. Si el niño se siente capaz de hacer algo, y además siente interés por conseguirlo, actuará de forma motivada y será probable que alcance sus metas.

Los niños, especialmente en la infancia, quieren cumplir las expectativas de sus padres, y por ello se comportan según esa expectativa, con lo cual se entra en un círculo vicioso en el que los padres repiten aún más la etiqueta y el niño refuerza aún más el comportamiento que se expresa en la etiqueta, cerrando la puerta a toda posibilidad de cambio o mejora en el comportamiento que se critica, minando la sensación de valía del niño y aumentando su inseguridad, sensaciones que le acompañarán hasta la edad adulta, influyendo en su desarrollo emocional e intelectual.
Para evitar esto, tenemos que darle al niño la posibilidad de mejorar. Primero animándole a hacerlo y demostrando nosotros que confiamos en su capacidad para hacerlo y después explicándole el comportamiento que esperamos de él (que recoja sus juguetes, o que intente estudiar más), animándole y alentándole cada vez que se comporta de forma correcta y evitando en todo momento las etiquetas negativas.

Somos muchos los profesionales que no estamos de acuerdo con poner esas etiquetas, ya que como he explicado anteriormente, provocan inseguridad y sensación de rechazo a aquellos a quienes se adjudican.

Por todo ello, dejemos de perder nuestra esencia con simples definiciones que NO somos. No nos comportamos de manera estática, sino que dependemos de muchos factores.

Y pensemos antes de poner  etiquetas a cualquier persona, sobre todo ahora que sabemos que estamos condicionando su comportamiento y creando su realidad.


Una palabra es suficiente para hacer o deshacer la fortuna del hombre"  -Sófocles-

domingo, 21 de octubre de 2018

TENGO UNA FRASE POSITIVA PARA TI...





Los mensajes de autoayuda a nivel superpositivo, pueden dañar a las personas haciéndolas creer que TODO es posible, y creándoles malestar cuando se dan cuenta de que no es así.
Si adoptas una forma de pensar muy positiva, pero no emprendes ningún tipo de acción que lo sustente, perderás las riendas de tu vida por pensar que así lo vas a solucionar.Si pensamos: ya se arreglará.. o el problema no es tan grande.. y no le ponemos remedio, podría desembocar en algo más grave.
Cada persona es única y conlleva una historia detrás. No hay soluciones fáciles, todo en esta vida necesita un trabajo para ser solucionado, más allá de pensar en positivo simplemente.Una corriente de pensamiento positivo es muy cómoda, y sería genial que todo fuera tan fácil, pero por desgracia no lo es.
La idea de este mensaje no es criticar la psicología positiva u otras ramas de la psicología que sí se fundamentan en estudios científicos, sino más bien a las nuevas corrientes de pensamiento positivo que vienen de la mano de las pseudociencias.


domingo, 4 de marzo de 2018

INFANCIAS INFELICES, ADULTOS CON PROBLEMAS:NARCISISMO

Todos los niños nacen buenos, no hay ninguno que nazca malo. Piden cubrir sus necesidades básicas: comer, dormir, que lo laven y lo atiendan. De ahí a como acabe siendo como adulto está influido por numerosos factores.

La vida psíquica de un individuo no es exclusivamente un proceso interno, el individuo influye en su contexto y es influido por él en su interacción, siendo su contexto más cercano y principal en su desarrollo, la familia de origen.

Es en los seis primeros años de vida cuando se forma la personalidad del individuo, y según como aprenda a sentir y ver el mundo, a afrontarlo, según cómo se haya sentido querido, atendido (en exceso o en defecto) marcará su desarrollo como adulto.

Aunque cada familia es única, la mayoría de problemas de una familia son los mismos que en millones de familias ordinarias( Giovanni Guareschi).

Sin generalizar (porque no se puede), en este escrito intentaré describir diferentes tipos de infancias que pueden ocasionar problemas en el desarrollo de los individuos, y problemas en su edad adulta. Basado en las tipologías de infancias infelices de Cancrinni.




La infancia narcisista

Historial infantil (y adolescencia)
  1. Admiración incondicional, adoración por el niño o por una cualidad suya, dote, competencia: pero sin comprender sus necesidades afectivas, con una evidente carencia de empatía.
  2. Deferencia sumisa hacia el niño.
  3. Desprecio, reproche y/o cólera si el niño actúa de forma decepcionante o imperfecta.
Síntomas del adulto
  1. Admiración incondicional, adoración por la imagen de sí mismo construida en el tiempo, carencia de empatía, intolerancia a las críticas y a las contrariedades.
  2. Expectativa arrogante de sumisión, crisis de rabia si la expectativa no viene satisfecha.
  3. Desprecio, reproche y/o cólera por la imperfección real o supuesta del otro; derrumbamiento depresivo con crítica y desesperación ("no vale la pena vivir, un mundo así no me merece") en el momento en el que la realidad demuestra la insostenibilidad de la imagen de Sí mismo.




viernes, 5 de enero de 2018

CÓMO HACER QUE SU HIJO SEA UN DELINCUENTE




  1. Dele a su hijo todo lo que pida, pensará que tiene derecho a obtener todo lo que desea.
  2. Cuándo pida algo, déselo inmediatamente, así tendrá poca tolerancia a la frustración.
  3. Ríase cuando su hijo diga palabrotas, crecerá pensando que ser irrespetuoso es divertido.
  4. Nunca reprenda a su hijo por un mal comportamiento, crecerá pensando que no existen reglas en la sociedad.
  5. Recoja todo lo que su hijo desordene, crecerá pensando que otros son los que tienen que hacerse cargo de sus responsabilidades.
  6. Permítale ver cualquier programa de televisión, creerá que no hay diferencias entre ser niño y ser adulto.
  7. Dele a su hijo todo el dinero que le pida, crecerá pensando que el dinero es fácil de obtener y no dudará en robar para conseguirlo.
  8. Póngase siempre de parte de él contra vecinos, maestros o policías, creerá que lo que él hace siempre está bien y son los otros los que están mal.

                                            






miércoles, 19 de julio de 2017

¿POR QUÉ IR AL PSICÓLOGO?


Últimamente me encuentro amigos y conocidos que me comentan que tienen problemas que no saben solucionar, que les preocupa y que deberían ir al psicólogo, pero que no van.
Sucede algo parecido cuando nos duele una muela, y nos tomamos algún medicamento para paliar (no curar) el dolor, esperamos a que se nos pase y no vamos al dentista, seguimos con nuestra vida. Cuando por fin vamos nos suele decir que tenemos una infección de caballo, y que deberíamos haber ido antes a visitarlo, que ahora se ha complicado el problema y hay que intervenir... algo parecido pasa cuando se necesita atención psicológica, la mayoría de las veces se usan métodos "paliativos", que no curan, pero maquillan el problema temporalmente,y  cuando acaban por  ir al psicólogo, el problema se ha incrementado y es más complicado intervenir, (que es lo que sucede habitualmente, se va al psicólogo cuando se está muy muy mal).

Supongo que es más difícil incluso que ir al dentista, porque no hay una señal o dolor físico cuando se necesita ayuda psicológica, a no ser que somaticen los problemas (que acabarán haciéndolo seguro si no se busca ayuda profesional), debido a que  el  dolor y las preocupaciones se reflejan en el cuerpo de manera física (trastornos del sueño, cefaleas, dolores de espalda, así como úlceras entre tantos otros ejemplos).

¿Por qué ir al psicólogo cuando puedo hablar con mis padres, amigos?

Nuestros padres tienen interés porque seamos de determinada manera, y nos ayudarán desde su punto de vista, los amigos siempre tomarán partido por ti,y también te ayudarán desde su punto de vista; son opciones muy loables, pero es importante tener en cuenta que un psicólogo te ayudará a encontrar tu solución sin ningún interés en que seas de determinada manera, únicamente trabajará para explorar contigo el camino más adecuado para solucionar tu problema.

¿Por qué debería ir al psicólogo? ¿Cuándo?

Hay momentos en la vida: pérdidas, situaciones inesperadas, cambios, que nos superan, y no nos dejan seguir hacia adelante, sin saber cómo salir. Atascos en diferentes momentos del ciclo vital: problemas en la infancia, dificultades en la pubertad y juventud, desánimo y diferentes problemas en la vida adulta, soledad, insatisfacción, etc; que no sabemos resolver, por miedo, dolor o desconocimiento.

No hay que estar "loco" para ir al psicólogo, la verdadera locura es no ir cuando se está mal.





domingo, 25 de octubre de 2015

EL ODIO TRANSGENERACIONAL

Todos los días vemos en las noticias tensiones y luchas entre rusos y americanos, ingleses y franceses, entre Madrid y Barcelona, entre árabes, judíos, cristianos y ortodoxos, entre los de izquierdas y los de derechas... en definitiva, grupos humanos con diferentes identidades que intentan imponerse por la fuerza a sus vecinos, plantando y alimentando odio y destrucción en vez de cooperación y construcción...y  repitiéndolo una y otra vez a lo largo de la historia.

Repetimos los mismos errores generación tras generación, y piensas: ¿Es que no hemos aprendido nada de los errores de la historia? ¿Es que no tenemos ejemplos claros de que por ese camino no se soluciona nada?, (más bien todo lo contrario).

Ya no vamos con palos y piedras, sino con bombas y armas de alta tecnología, pero seguimos utilizándolas para lo mismo, el fin último es la guerra y el odio.

No sólo  heredamos los genes y las características físicas de nuestras familias, también heredamos sus manías, sus amores y odios, su manera de ver e interpretar el mundo, de actuar y "resolver" las situaciones que se nos van presentando a lo largo de la vida. Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera (Jeremías 31:29).

Aunque ahora tenemos mucha más información que nuestros antepasados, (lo que nos posibilitaría hacer las cosas mejor), sin embargo,lo que hace reaccionar a la humanidad,sigue siendo la misma que movía a nuestros ancestros nómadas, cuando se encontraban con otras tribus y tenían que competir por los recursos.

Avanzamos a pasos agigantados tecnológicamente, pero estamos embrutecidos y en pañales a nivel ético, moral, y emocional que es lo que nos hace tomar diferentes caminos, diferentes maneras de sentir y actuar y  de tropezar un millón de veces con la misma piedra.

Espero que podamos aprender antes de que sea demasiado tarde, aunque la tendencia no va precisamente por ese camino.



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jueves, 10 de septiembre de 2015

LA CÁRCEL DE LOS PADRES

Cada vez es más común encontrarse con familias en las que uno o varios de sus hijos muestra problemas de comportamiento ocasionando una gran malestar para la familia y  una gran sensación de no control de la situación, que se le escapa de las manos.



En esta entrada intentaré describir algunos procesos internos familiares que pueden desembocar en este tipo de problemáticas.

Los miembros de una familia se comportan como las células de un organismo en evolución. A primera vista puede parecer un conjunto indiferenciado, confuso, pero poco a poco se convierte, sobre las informaciones provenientes del núcleo y otros tejidos,  en un órgano (estructura formada por diferentes células que realiza una función determinada). Así, cada célula, al tiempo que única con características propias, (como los individuos), en interacción con otras células, crean un sistema diferente (familia) con funciones específicas para la adaptación y evolución del organismo ante el cambiante ambiente, en el tiempo.


Al tiempo que cada individuo adquiere una identidad específica como individuo, también adquiere diversas funciones, para la evolución y supervivencia del sistema familiar.


Cada una de las funciones que desempeñen los miembros de la familia deben estar ajustadas al ciclo vital de ese miembro, sin sobrepasarlo por exceso, (por ejemplo, si los padres obligan a un niño comportarse de continuo como una persona madura, exigiéndole las prestaciones de un adulto, el pequeño deberá hacer un esfuerzo para adecuarse a esa demanda; este empeño es el precio que tendrá que pagar para mantener una relación en que le va mucho. El resultado final será una progresiva alineación en la función que le asignaron, el desequilibrio entre la prestación que le demandan y la madurez emotiva que debería acompañarla y que no tiene harán que se asimile la conducta como en un recitado automático, la situación se agravará con posterioridad si en algún momento se le requieren prestaciones contradictorias con la conducta adulta) o por defecto (por ejemplo, si el hijo asume la función del padre, y no en momentos de imperiosa necesidad, sino de manera indiscriminada y sin límites temporales, esa función se convertirá en una cárcel para él y para los demás).


Los niños deben dedicarse a ser niños y a realizar funciones de niño: jugar, recoger los juguetes, ir bien en el cole, aprender a relacionarse con sus iguales y recibir el cuidado, atención y cariño de los progenitores; no a preocuparse de si sus padres pueden pagar o no la hipoteca o decidir el próximo destino de las vacaciones familiares.




Un niño de tres años es capaz físicamente de cruzar una carretera, pero no le dejaríamos porque es muy peligroso para él, aunque no lo sepa (no tiene porqué, es un niño), con la funciones que les dejamos hacer en casa a los hijos pasa lo mismo, debe haber límites claros y sencillos en las funciones de cada uno de sus miembros y que no haya mudanzas de las funciones de cada uno de los miembros de la familia. Como me decía mi padre "cuando seas padre, comerás huevos"


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